Biblioteca Popular José A. Guisasola





Le habían dicho que el amor era azul y redondo, como la octava luna de Neptuno. Que la voz con la que habla el amor parece hecha de suspiros y nubes rosadas. Que el amor solo puede encontrarse durante el invierno. Y que, a veces, el amor se enreda en la mirada y se queda allí para siempre. Incluso le habían dado instrucciones precisas para encontrar el amor verdadero:

Lavarse los dientes con polvo cósmico durante los eclipses. (El mal aliento es un repelente definitivo contra el amor).

Utilizar el radar ultrasónico de los ojos para detectar las ondas amorosas, que se confunden fácilmente con vibraciones interplanetarias, terremotos y accesos de tos.

Girar las antenas hacia la izquierda en forma continua.

Estornudar cuatro veces saltando con el pie derecho.

Tirarse de las orejas hacia arriba y hacia abajo.

Rascarse el ombligo.

(Los últimos cuatro pasos son indispensables en el ritual de seducción).

Es que, en el asteroide XP3245, eran muy organizados y rigurosos. No podían perder tiempo en cosas sin importancia. Tenían instrucciones claras para todo: instrucciones para tomar sopa sin hacer ruido, instrucciones para dormir y no tener pesadillas, instrucciones para divertirse los fines de semana, instrucciones para rascarse la espalda...


Por eso, los miembros del gobierno se habían tomado el trabajo de explicarles a los diez millones trescientos cuarenta y dos mil setecientos catorce habitantes del asteroide cómo era el amor y cuál era la única forma de reconocerlo. Si se seguían paso a paso las instrucciones, no existía ninguna posibilidad de equivocarse y sufrir las angustias de un amor no correspondido.

Pero él no encontraba el amor. Lo había buscado en cada cráter polvoriento, en los anillos impecables de Saturno, en el sol distante que entibia el horizonte, en las huellas esféricas que dejan sobre la arena las lluvias de meteoritos y en los círculos concéntricos que se forman en el agua cuando uno arroja una piedra. Lo había buscado en la bruma que dibuja figuras en el aire azulado, en el fondo de los antiguos mares donde la nostalgia todavía es azul, en la cabellera encendida de los cometas donde el fuego se olvida del rojo y del amarillo, y en el cielo, entre millones de estrellas temblorosas. Pero el amor no aparecía.

Sin embargo, él no estaba dispuesto a resignarse así como así. Iba a encontrar el amor aunque tuviera que recorrer todas las galaxias. Por eso se lavaba los dientes hasta que brillaban, como soles diminutos. No había nadie en el asteroide capaz de hacer girar las antenas hacia la izquierda como él. Le ardían los ojos porque conectaba su radar ultrasónico todo el tiempo. Sus estornudos se oían hasta Mercurio. Se había tirado tanto de las orejas que se había alargado hasta el cuello y tenía la piel del ombligo áspera de tanto rascarse. Por supuesto, todo esto lo hacía en los infinitos inviernos, porque el frío era tan blanco que era fácil distinguir el menor destello azulino, signo inequívoco de que el amor se acercaba. Pero a él no se le acercaba nada ni nadie. Mientras sus compañeros paseaban por el asteroide con sus amores azules y redondos en la mano, él se quedaba en el sitio más triste de todo el universo, que es la soledad. Con la vista perdida en el espacio, esperaba el amor que le hablara con una voz hecha de suspiros y nubes rosadas, que se le enredara en la mirada y se quedara allí para siempre.


Llegó la primavera con su breve tibieza, y él, desolado, archivó en un rincón del olvido las instrucciones para descubrir el amor.

Fue entonces cuando la conoció. Ella pasó frente a él como una estrella fugaz, dejando a su paso una estela de chispas amarillas, rojas, verdes, anaranjadas y violetas. Él ni siquiera se había lavado los dientes ese día y, aunque no podía dejar de mirarla, no logró activar el radar ultrasónico de sus ojos, porque el corazón le latía a la velocidad de la luz y causaba interferencias.

Sin saber por qué, se le acercó y trató de repetir los cuatro pasos del ritual de la seducción. Pero las antenas le temblaban de los nervios y no le salía ni un solo estornudo. Además, le ardían las orejas coloradas por la vergüenza y ya no recordaba las instrucciones ni dónde tenía el ombligo. Lo único que sabía era que no quería perderla. Así que empezó a improvisar, a hacer aquello que sentía y que no se mencionaba en ninguna parte de las instrucciones. La invitó a ver cómo se dormía el sol sobre el horizonte del atardecer, le mostró los dibujos caprichosos de las constelaciones sobre el telón oscuro de la noche, inventó mil sonrisas diferentes solo para ella y le acarició las antenas con una nueva ternura, una ternura única e irrepetible, recién estrenada. No le importaba que ella pensara que era un tonto. Solo quería decirle que la amaba, aunque su amor no fuera redondo ni azul.

Pero ella no pensó que era un tonto. Le demostró que el amor puede tener muchas formas y colores, todos los que uno quiera darle, y le habló con una voz especial, que a veces estaba llena de suspiros y de nubes rosadas, y otras veces simplemente hacía cosquillas con cada palabra o iluminaba la densa oscuridad.

Por supuesto, el Organismo Oficial de Aprobación del Amor del asteroide XP3245 rechazó por unanimidad este amor que no obedecía los parámetros estipulados en las instrucciones. Se les ordenó que recapacitaran y se olvidaran de semejantes tonterías.

Pero el amor es desobediente y nunca quiere entrar en razón.

Por eso ellos ignoraron las órdenes y las instrucciones (excepto, claro, la de lavarse los dientes todos los días). Y se fueron dejando a su paso una estela multicolor, como un arco iris, como una sonrisa luminosa. Se fueron muy lejos, a ese sitio que solamente conocen aquellos a los que el amor se les enreda para siempre en la mirada.



FIN


Cuentos de amor, locura y suerte
Liliana Cinetto
COLECCIÓN ALA DELTA VERDE
DE 10 A 12 AÑOS
EDELVIVES



¿Qué harías por amor?
Estar enamorado es una de las experiencias más fantásticas que suele sucedernos a las personas. El amor puede volvernos un poco locos, entonces hacemos tonterías, como perder el habla durante horas o caminar por los pasillos pensando en el ser amado. A veces nos gustaría transformarnos en escritores y tomar prestadas palabras de los poetas. Estos cuentos narran esas historias, en las que el amor es el verdadero protagonista.

La autora
Docente de literatura, escritora y narradora oral.
Trabajó en distintas escuelas de Capital Federal y dictó cursos y talleres de capacitación para docentes en Argentina, España y Brasil.
Recibió el premio Accesit del Conservatorio Literario de Rosario, el primer premio y la segunda y cuarta mención en el Primer Concurso Nacional de la Canción Infantil organizado por Aries F.M. y auspiciado por la S.A.D.E. de Salta y recientemente, la Fundación Reconocimiento a una actitud en la vida, inspirada en la trayectoria de Alicia Moreau de Justo, ha decidido otorgarle el premio Alicia ’97 por su tarea meritoria como narradora en hospitales, asilos de ancianos y centros de salud.

Argumento
La antología reúne 13 cuentos en los que, como su título indica, aparece el amor, el azar, el desenfreno. Cada uno de los cuentos que componen esta antología presenta personajes e historias muy interesantes. En “Kilómetros de amor” aparecen las dificultades por afrontar una declaración de amor de Francisco a Mariana y los sabios consejos de Pablo. Estas sugerencias no son comprendidas adecuadamente por Francisco, y esto lo lleva a hacer papelones gigantes.

También hay una historia de amor no correspondido en el segundo cuento: Paula, la hermana del narrador, se aburre tremendamente con su novio Carlos. El narrador hará lo imposible por presentarle otro candidato. En “Avisos clasificados”, el romance incorpora las voces de maravillosos poetas como Neruda, Benedetti, Girondo y un juego de espías y peleas con final feliz.

“Instrucciones para encontrar el amor” transcurre en otro planeta, aportando un cuento de ciencia ficción al conjunto. En el relato llamado “Franco”, el lector se preguntará cómo termina el amor de verano entre Franco y Vanina y si se esfumará junto con las vacaciones. En “Misterio en el barrio”, el pueblo quiere averiguar por qué don Braulio está triste y cómo ayudarlo. Dos clubes de fútbol enemistados en un pequeño pueblo, un hombre acostumbrado a las supersticiones, horóscopos leídos literalmente, mensajes de e-mail dentro de botellas al mar y una versión pacifista del flautista de Hamelin, son elementos de algunos de los últimos cuentos de esta antología.

https://www.edelvives.com.ar/sl/Catalogo/p/cuentos-de-amor-locura-y-suerte

Visto y leído en:

Universos Narrativos Idioma Nacional (Pág. 52)
https://rephip.unr.edu.ar/bitstream/handle/2133/11053/2101-18%20%20IDIOMA%20NACIONAL%20-%20Universos%20Narrativos.pdf

Lectores y escritores 5. - 1 a ed. - Buenos Aires: Ediba, 2013. (Pág. 72)
https://es.scribd.com/document/373795770/Lectores-Escritores-de-5

ILUSTRACIONES:
Emmanuel Chierchie (Doble Eme)
http://doblemilustraciones.blogspot.com/
(Lectores y escritores 5. - 1 a ed. - Buenos Aires: Ediba, 2013)

“La lectura abre las puertas del mundo que te atreves a imaginar"

"Argentina crece leyendo"


Créditos: Garabatos sin © (Adaptación de Plantillas Blogger) Ilustraciones: ©Alex DG ©Sofía Escamilla Sevilla©Ada Alkar

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